Llegó el día,
después de tanto tiempo con las entadas compradas, de ver a Judas Priest en
Pamplona. Bueno, a Judas y a Saxon que le teloneaban. No llegué a ver Uriah Heep,
se nos alargó la sobremesa. Lo que también hizo que no pudiéramos estar en
primera fila. Tampoco en segunda, aunque afortunadamente estábamos delante de
la zona técnica y veíamos a los músicos bastante bien.
Saxon no es una
banda que haya seguido mucho pero los temas que tocaron fueron bastante jaleados
por los fanes, que además no dejaban de lanzar chupas al escenario para que los
músicos las firmaran, hubo alguna canción en la que se pusieron algunas de las
que lanzaron. Entre solos de guitarra, Biff Byford iba firmándolas. Por cierto,
que Biff podría ser representante de L’Oreal. ¡Cómo se cuida el pelo!
El plato fuerte,
Judas, comenzó puntual, con un repertorio esperado en el que el pública
participábamos activamente, sobre todo en Breaking the Law, creo que la más
coreada y aplaudida de todas, Turbo Lover también puso a las hordas a cantar
como locos, Painkiller, que preguntó Scott Travis (el batería) cual quería que tacaran
a continuación (el resto de músicos se había ido a backstage) y fue brutal y
con la última, acabando don Living After Midnight con una proyección de videos
del Liverpool actual.
Un concierto que
presentaban el álbum nuevo, donde recuerdo que tocaron Panic Attack, abriendo
el concierto y Crown of Horns en algún momento intermedio.
El sonido, lo
esperado, medio-normal. No es hi-fi un concierto de estas características. Lo
que importa es el ambiente y ver a los músicos. Eso sí, la sensación en el
estómago de los bombos era flipante. Temblaba el pabellón con las bajas
frecuencias, maravilloso. Y los
chillidos agudos de Halford, que entraban directos al cerebro. Menuda combinación.
Del concierto me
traje el COVID y es que tantas almas apretadas gritando y saltando llevan a
estas cosas.
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